martes, 11 de agosto de 2015

LECTURA PARA REFLEXIONA ASAMBLEA EN LA CARPINTERÍA

Asamblea en la carpintería
Cuentan que una vez en la carpintería hubo una extraña asamblea: fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso, entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:
—¡Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades! ¡Eso es lo que nos hace valiosos! ¡Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos!
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.
Autor desconocido
Para la reflexión personal
Un buen trabajo en equipo requiere reconocer las fortalezas y debilidades de cada uno de sus miembros. Pero, si deseamos ir más allá, es decir sentirnos parte de una comunidad, es necesario poner todas nuestras energías en pos del proyecto común. La imagen de la orquesta puede ayudarnos: cada instrumento debe ejecutar su propia música, manteniendo su originalidad; pero al mismo tiempo, todos los instrumentos aportan sus notas a la orquesta, para que todos juntos puedan componer una hermosa y armónica melodía.
Cuando en el trabajo o la vida en común, tratamos con sinceridad, de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos. “Se acercan más abejas con una gota de miel, que con un barril de vinagre” decía San Francisco de Sales. Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades y aprovechar esos defectos en pos del bien común, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.
Clave de una sana familia o comunidad es aceptar las debilidades para tratar de mejorarlas, y concentrarse en las fortalezas como punto de partida para construir. Construir juntos desde lo que realmente somos y no, desde lo que creemos ser. Juntos, respetando el lugar único y apreciable que tiene cada ser. Descubriendo que la misión que cada uno de nosotros no podrá ser reemplazada por nada, ni nadie. Lo que dejemos de hacer por prejuicio hará que finalmente esa obra no sea tan fina y sublime como podía haber sido. Juntos transformando, elaborando, creando, sumando, potenciando, esa es una gran comunidad de fortalezas.

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